Volver a México, con @oncelifejourneys,  fue volver a la raíz… pero esta vez no fui sola. Me acompañaron otras mujeres, cada una con su propio silencio, su búsqueda, su historia a medio tejer. Y eso lo cambió todo.

Mi primer viaje a México fue iniciático. Cuando las certezas se disuelven, el horizonte se abre como un mar sin orillas. Lo que parecía sólido se vuelve agua, y en esa fluidez descubrimos la libertad de no aferrarnos. El vacío no es pérdida, sino semilla: allí germina lo nuevo, lo inesperado, lo auténticamente nuestro 

En este viaje 2025 recorrimos manglares, admiramos la belleza de las crías de tortugas en extinción, dormimos en cabañas al lado del mar, comimos juntas, escuchamos los pies de las mujeres bordadoras al pedaleo de sus viejas maquinas, sus telares  de cintura y sus maravillosos huipiles . Ahora yo ya no estaba solo observando como investigadora sino, estaba tambien sosteniendo. Un grupo de 10 mujeres que nunca nos habíamos visto, nos reconocimos en las miradas, en las ojeras, en la ternura, en el hilo.

No hay guías ni rutas marcadas. Solo momentos que se abren y se viven. Mujeres que enseñan sin enseñar, a fuerza de presencia, de saber estar. Cocinamos con ellas, escuchamos sus cantos, bailamos, nos reímos, nos incomodamos, sanamos. A veces no sabíamos qué día era. Y eso, en sí mismo, es medicina.

Este viaje ha sido la confirmación. Es cuerpo. Es red. Y sobre todo, es certeza de que sí hay otra forma de navegar el mundo, cuando se navega con otras.

Gracias Ana Paula y Miriam por vuestro cuidado.